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Tratamiento del animal obeso
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2.Tratamiento del animal obeso
Tratamiento farmacológico
Se ha desarrollado un importante arsenal farmacológico para tratar la obesidad humana. Hay que señalar que algunas de estas moléculas han sido desarrolladas en el perro. Se han llevado a cabo algunos ensayos anecdóticos con estos agentes para disminuir el peso corporal del perro obeso (Bomson & Parker, 1975). Dichos ensayos no han tenido éxito.
La dehidroepiandrosterona (DHEA) administrada a grandes dosis (60 mg/kg de peso corporal/día) reduce el depósito de tejido adiposo y ha sido utilizada como agente que facilita el adelgazamiento combinándola con una dieta hipoenergética en perros que se han vuelto obesos de forma espontánea. (MacEwen & Kurzman, 1991; Kurzman y coll., 1998). La DHEA también presenta propiedades hipolipemiantes y antidiabéticas. Su mecanismo de acción todavía no se conoce exactamente. Con motivo de las numerosas dudas que existen con respecto a los diversos efectos de este precursor hormonal, actualmente no se aconseja su utilización en el perro.
También se han probado en el perro las inyecciones de leptina recombinante humana. Tanto en el perro sano como en el obeso, la administración de leptina induce una pérdida de peso significativa y proporcional a la duración del experimento y a la dosis empleada. Sin embargo, la pérdida de peso es superior en el perro sano. Los perros comienzan a ganar peso una semana después de la finalización del tratamiento volviendo gradualmente a su peso inicial. La pérdida de peso se debía, esencialmente, a una disminución de la masa grasa corporal. En un estudio que comparaba los efectos de una administración de leptina en perros obesos, machos y hembras, se observaba una pérdida de peso similar en los dos grupos a dosis de 0,5 y 5,0 mg/kg PV/día (Lebel y coll., 1999). En este ensayo puntual el empleo de la leptina en los perros obesos no es favorable, especialmente debido a la falta de datos a largo plazo y a la presencia del efecto rebote tras la finalización del tratamiento.
Sea cual sea el lugar que ocupe el tratamiento farmacológico en el futuro, hay que recordar que, en una aproximación global (comportamental y alimentaria) al perro obeso, la medicación no debe utilizarse mientras no cambie el comportamiento del propietario en algún modo.
Tratamiento quirúrgico
En medicina humana existen varias intervenciones quirúrgicas que permiten limitar el consumo de alimentos. Estas técnicas no se aplican a los animales.
Aproximación al propietario
El enfoque psicológico del propietario es una etapa esencial. Tiene la finalidad de motivar al propietario explicando las causas y los perjuicios de la obesidad, así como las ventajas de tener un animal que goza de buena salud. Las explicaciones claras, el seguimiento regular del animal y el establecimiento de una curva de peso son elementos encaminados a obtener el éxito del tratamiento (Lewis y coll., 1987; Norris & Beaver, 1993). Si el propietario no colabora, no hay régimen posible.
Los estudios clínicos realizados en los perros obesos aportan varias conclusiones. La primera es que más del 50% de los que comienzan un programa de pérdida de peso, por decisión del propio dueño, no vuelven a las consultas de control. Por lo tanto, se llega a la conclusión de que más del 50% de los propietarios de perros abandonan el régimen en el mes siguiente a la primera visita (Remillard, 2000). En otro estudio, el 75% de los perros utilizados dejaron de perder peso (Gentry, 1993). Estos datos serán abordados desde un punto de vista más práctico en el apartado "Alimentación clínica".
Tratamiento dietético
Se pueden poner en marcha dos técnicas para disminuir el peso en el perro. El ayuno resulta aplicable y eficaz siempre que el animal no presente patologías concomitantes, como una insuficiencia hepática o una diabetes mellitus. Es necesario hospitalizar al animal y proporcionarle complementos diarios de minerales y vitaminas. Muchos autores han señalado que el perro soporta bien la privación total de comida (De Bruijne & Lubberink, 1977; Brady & Armstrong, 1977), pero, según Abel y coll., (1979) un ayuno que se prolongue más de 36 días puede dar lugar a lesiones cardíacas. Además, se debe desaconsejar este método por razones éticas y por falta de implicación del propietario a modificaciones alimentarias a largo plazo.
Por lo tanto, la restricción de los aportes energéticos es la única alternativa realmente válida. Se debe establecer el balance alimentario con el propietario. A falta de obtener datos precisos sobre las cantidades de alimento ingeridas, una aproximación debería permitir calcular la cantidad diaria total de energía que el animal consume normalmente. A continuación, hay que establecer un protocolo muy estricto con la total cooperación del propietario.
El nivel de restricción energética
La elección del nivel de racionamiento energético depende de varios criterios, entre los que se encuentran el grado de sobrepeso, el sexo del animal y la duración estimada del régimen. El primer paso consiste en definir el peso ideal; el segundo es fijar el nivel de restricción energética. Generalmente, se calcula la ración para aportar entre un 40% -restricción muy severa- (Markwell y coll., 1990) y un 60% (Edney, 1974) o un 75% (Dzanis, 2000) de la energía necesaria para mantener el peso óptimo. La Tabla 10 resume varios ensayos clínicos y experimentales. Teóricamente, cuanto mayor sea la restricción energética, más corta será la duración del régimen.
Tabla 10 - Resumen de algunos estudios de adelgazamiento efectuados en perros obesos: grado de restricción energética y de pérdida de peso | |||||||
N | ICC | % de sobrepeso | Duración Semanas | Asignación energética % de las NEM para el PCI | Pérdida de peso % del PI/semana | Referencias | |
Estudios experimentales | 39 (Varias razas) | 20 | 16 | 100a 75 60 50 | 1.14 1.56 2.18 2.63 | Laflamme & Kuhlman, 1995 | |
12 (Perros mestizos: entre 12 y 22 kg | - | - | 7 | 60b 60 | 2.3 1.9 | Borne y coll., 1996 | |
8 (Beagles) | 4.3/5 | 56 45 | 23.5 18.3 | 66c 62 | 1.57 1.31 | Diez y coll., 2002 | |
12 (Beagles) | 7.2/9 | 56 45 | 27.5 23.5 | 75c 87 | 1.30 1.31 | Jeusette y coll., 2004 | |
Estudios clínicos | 20 (Varias razas) | 50 (24 - 77) | 40 | 60 50 - 75c | insuficiente | Gentry, 1993 | |
9 (Varias razas) | 27 | 18.3 | 50 - 75c | 1.91 | Diez y coll., 2002 | ||
N: número de animales ICC: índice de condición corporal (en inglés, Body Condition Score o BCS) NEM: necesidades energéticas de mantenimiento (en inglés, MER o Maintenance Energy Requirement) PCI: peso corporal ideal PI: peso inicial del perro obeso | a: calculado según la fórmula: 144 + 62,2 x PCI b: calculado según la fórmula: 1.500 kcal/m2/día c: calculado según la fórmula de NRC (1974): 132 kcal/kg PC 0,75 |
El clínico podría efectuar una restricción energética muy severa para disminuir la duración del régimen. No se aconseja esta opción. De hecho, una restricción demasiado grande puede crear en el animal una sensación de hambre, que dará lugar a un aumento de la actividad y peticiones después de las comidas (Crowell-Davis y coll., 1995b) y, por consiguiente, a una insatisfacción del propietario y una falta de cooperación para seguir un régimen estricto. Se corre el riesgo de que se abandone el régimen tras unas semanas o, incluso, después de solamente algunos días. Por otra parte, la pérdida de masa muscular puede verse exagerada por una pérdida de peso demasiado rápida, como se ha demostrado en el hombre (Pasanisi y coll., 2001). En condiciones experimentales, el efecto rebote (recuperación de peso tras la dieta) es tanto más intenso y rápido cuanto más severa haya sido la restricción energética (Laflamme & Kuhlman, 1995). La explicación para aclarar la gravedad del efecto rebote es que, durante el régimen, los perros presentan una disminución de la actividad metabólica asociada a un aumento de la eficacia energética. Cuanto mayor es la restricción energética, menor es la actividad física del perro (Crowell-Davis y coll., 1995a). Esta disminución de la actividad constituye un segundo factor de riesgo para la pérdida de masa muscular.
Por último, la modificación del comportamiento del propietario a largo plazo sería más deseable que un cambio rápido. Por consiguiente, la restricción energética muy severa no resulta aconsejable para todos los animales, sino que debe reservarse para los casos más graves de obesidad, cuando el sobrepeso supera el 40%, y cuando existe una indicación médica para una rápida pérdida de peso, como en el caso de serios problemas respiratorios, cardíacos u ortopédicos. Se aplica el mismo criterio si hay que anestesiar al animal a corto o medio plazo.
Varios estudios experimentales y clínicos muestran que un objetivo razonable es mantener una pérdida de entre el 1 y el 2% del peso inicial (obeso) por semana o una pérdida de entre el 4 y el 8% al mes. Existe un amplio consenso sobre este nivel de pérdida de peso. La Tabla 11 propone distintos grados de restricción energética en función de varios parámetros: exceso de peso corporal, sexo y ritmo deseado de pérdida de peso.
Tabla 11 - Recomendaciones de distintos niveles de aportes energéticos como parte de las dietas hipocalóricas | ||||||
Excedente de peso | 20 - 30% | 30 - 40% | > 40% | |||
Índice de masa grasa | 25 - 35% | 35 - 45% | > 45% | |||
ICC | 7 | 8 | 9 | |||
Pérdida mensual del 6% del peso inicial (alrededor de - 1,5% por semana) | ||||||
Aporte energético diario (kcal/ kg PCI0.75) | Macho | Hembra | Macho | Hembra | Macho | Hembra |
85 | 80 | 75 | 65 | 60 | 55 | |
Duración probable del adelgazamiento | 15 - 18 semanas | 18 - 20 semanas | 20 - 22 semanas (como mínimo) | |||
Pérdida mensual del 7,5% del peso inicial (alrededor de - 2,0% por semana) | ||||||
Aporte energético diario (kcal/ kg PCI0.75) | Macho | Hembra | Macho | Hembra | Macho | Hembra |
80 | 75 | 65 | 60 | 55 | 50 | |
Duración probable del adelgazamiento | 9 - 11 semanas | 11 - 13 semanas | 15 - 17 semanas | |||
ICC: Índice de condición corporal establecido en una escala de 1 a 9 PCI: peso corporal ideal u óptimo Peso inicial: peso del perro obeso Para comenzar la pérdida de peso sin imponer de golpe una restricción demasiado severa, la recomendación de la asignación de la energía inicial es: - 65% (u 85 kcal/kg PCI 0,75) de la necesidad energética de mantenimiento para un macho, bajando al 55 % (o 75 kcal/kg PCI 0,75) si el perro ha sido esterilizado. - 60% (u 80 kcal/kg PCI 0,75) de la necesidad energética de mantenimiento para una hembra, bajando al 50 % (o 65 kcal/kg PCI 0,75) si la perra ha sido esterilizada. Dependiendo de la evolución del ritmo de la pérdida de peso, después se podrán revisar dichas opciones. |
Para una pérdida de peso de un 1,5 % semanal, son necesarios, al menos, entre 3,5 y 4 meses para pasar de un índice corporal de 7/9 a 5/9 (o de 4/5 a 3/5). (© I. Jeusette)
Diferencias entre machos y hembras
En un estudio realizado en perros Beagle, se ha observado que era más difícil inducir y mantener la pérdida de peso en las hembras obesas, ya estuvieran enteras o esterilizadas, que en los machos esterilizados. Los excesos de peso iniciales eran comparables, así como las pérdidas de peso semanales.
Con el paso del tiempo, los ajustes de las cantidades han sido más severos en las hembras que en los machos. En las hembras, un aporte energético reducido al 54% de la necesidad energética calculada para el mantenimiento en base al peso ideal no permite alcanzar el peso objetivo. El nivel de 60% que se emplea habitualmente parece inapropiado en las hembras. El desarrollo de la composición corporal no se ha visto afectado por el sexo (Diez y coll., 2002). Para entender esta diferencia entre los dos sexos, hay que evaluar la alimentación de mantenimiento de los perros obesos. A pesos comparables, las perras obesas como promedio gastan un 15% menos de energía que los machos, por unidad de peso metabólico ideal, y su masa magra es, generalmente, inferior. Por lo tanto, resulta ilógico aplicar el mismo protocolo de adelgazamiento para los dos sexos (Jeusette y coll., 2004c).
Modificación de la alimentación
Está totalmente contraindicado efectuar una restricción mediante una simple reducción de la cantidad de alimento que consume habitualmente. Dicha opción supondría un déficit en nutrientes esenciales y tendría pocas probabilidades de éxito. El animal, cuando se ve privado de alimento, puede desarrollar un comportamiento no deseado: nerviosismo, ladridos, robo de comida y, a veces, incluso agresividad (Branam, 1988). Estos comportamientos desanimarán al propietario y el régimen tendrá pocas oportunidades de éxito. Crowell-Davis y coll., (1995a) han indicado los efectos de la restricción en el comportamiento de un grupo de perros mantenidos en perrera: en los primeros días de restricción calórica, los animales muestran una mayor propensión a masticar objetos, algunos presentan una agresividad más importante; y un aumento de la frecuencia de ladridos. Por consiguiente, es indispensable elegir un alimento especialmente adaptado para evitar las carencias y garantizar que recibe el suficiente alimento, al tiempo que se limita el aporte energético.
Los alimentos hipocalóricos
Existen distintos métodos para disminuir la concentración o la densidad energética de los alimentos industriales para el perro. La manera más sencilla de reducir eficazmente la concentración energética de un alimento industrial es disminuir el contenido en materia grasa y aumentar el contenido de fibras alimentarias. Estos dos cambios principales son realmente primordiales, pero en la formulación de un alimento, hay que considerar el conjunto de los nutrientes (aminoácidos, ácidos grasos, minerales, vitaminas), tal y como se detalla a continuación.
Además, los alimentos secos extrusionados contienen grandes cantidades de aire, lo que permite aumentar el volumen de la ración. Este método principalmente influye más a la psicología del propietario que al perro, ya que el peso de la ración diaria sigue reducido. La modificación del tamaño, la textura y la forma de las croquetas puede ser un modo de aumentar el tiempo de ingesta y favorecer la sensación de saciedad capacidad. En el caso de los alimentos húmedos, una hidratación muy alta (más del 80% de agua) también permite conservar un volumen relativamente mayor. Sin embargo, el impacto sobre la saciedad es discutible ya que el agua, o la fracción líquida del alimento, se evacua del estómago en 20 o 30 minutos, dependiendo del tamaño de las partículas. En cambio, si se añaden fibras alimentarias viscosas necesarias para ligar el agua, se puede ralentizar el vaciado gástrico (Russell & Bass, 1985).
El contenido de nutrientes esenciales de un alimento hipocalórico es extremadamente importante. La restricción más o menos severa impuesta al animal no debe, en ningún caso, acompañarse de la carencia de proteínas, aminoácidos indispensables, ácidos grasos esenciales, minerales, vitaminas y oligoelementos.
La concentración en proteínas de los alimentos hipocalóricos debe ser superior a la de los alimentos de mantenimiento para proporcionar los aminoácidos esenciales. La Figura 6 ilustra la necesidad de aumentar el contenido de proteínas en el alimento para evitar que la restricción energética se acompañe de una carencia proteica.
El mismo razonamiento es válido para todos los nutrientes esenciales. Las dietas altas en proteínas han sido utilizadas con éxito durante varios años en el hombre y han demostrado múltiples beneficios.
Figura 6. Adaptación del nivel protéico de la ración en función de la restricción energética.
- Efecto positivo sobre la composición corporal al preservar la masa de tejido magro. Las dietas con un alto contenido proteico permiten limitar la atrofia muscular y facilitan la pérdida de masa grasa (Durrant y coll., 1980; Piatti y coll., 1994).Dichos efectos también se han observado en el perro como consecuencia de la dieta baja en calorías. Tres dietas de composición similar, excepto en la concentración proteica (20%, 30% y 39% del aporte energético), se utilizaron en 42 perros obesos. La dieta más rica en proteínas permitió aumentar la pérdida de masa grasa y minimizar la pérdida de tejido magro (Hannah, 1999). Estos resultados fueron confirmados en otro estudio que comparaba dos dietas hipoenergéticas. La dieta rica en proteínas contenía 157 g de proteínas/1000 kcal o el 47,5% sobre materia seca (Diez y coll., 2002).
- Menor rendimiento en energía neta de las proteínas con respecto a los carbohidratos. Para el mismo peso, los carbohidratos digestibles y las proteínas presentan aportes de energía metabolizable similares, pero los aportes de energía neta son menores en el caso de las proteínas (Rubner, 1902). Esto significa que la utilización de las proteínas implica un gasto de energía al organismo. Por lo tanto, la energía gastada no se almacena en forma de grasa, lo cual es una ventaja en el caso de los individuos obesos.
- Capacidad de saciedad de las proteínas (Louis-Sylvestre, 2002): el aumento de la prevalencia de la obesidad ha suscitado interés por los alimentos que tienen una gran capacidad de saciedad. Los resultados de numerosos estudios llevados a cabo en el hombre han demostrado que, bajo condiciones semejantes, el consumo de alimentos que se sigue tras un alimento rico en proteínas es menor que al de un alimento rico en carbohidratos o en lípidos. Los aminoácidos obtenidos de la digestión de las proteínas se absorben lentamente y la vía principal de su metabolismo es la gluconeogénesis. Por lo tanto, las proteínas constituyen finalmente fuentes de alimentos glucídicos que inducen una baja secreción de insulina y retrasan la llegada de la hipoglucemia que es lo que contribuye a la sensación de hambre. Dado que la velocidad de digestión varía de una proteína a otra y que los aminoácidos tienen distintos grados de inducción de secreción de insulina, la capacidad de saciedad puede variar de una proteína a otra. Sin duda, este aspecto merece más datos específicos para el perro.
- Efecto beneficioso sobre la palatabilidad. Esta propiedad resulta particularmente importante cuando se utilizan alimentos hipocalóricos.
- Mejor mantenimiento de la pérdida de peso tras el régimen. Este efecto se ha observado en el hombre (Westerterp-Plantenga y coll., 2004).
No hay ni que decir que la calidad de la proteína también es importante. Finalmente, es preciso aumentar el contenido en proteínas de la ración cuando se añaden cantidades significativas de fibras alimentarias mixtas (asociación de fibras solubles e insolubles), debido a que algunas fibras producen una disminución de la digestibilidad de la materia seca, incluyendo a las proteínas.
El contenido de lípidos en los alimentos hipocalóricos, generalmente, se reduce a menos del 25% de los aportes energéticos. No obstante, se necesita una concentración mínima de lípidos para asegurar el aporte de ácidos grasos esenciales y el transporte de las vitaminas liposolubles. Las recomendaciones más recientes son de al menos un 5,5% sobre materia seca (m.s) (para un alimento que contenga 4.000 kcal/kg de materia seca o 14 g/1000 kcal). Los alimentos hipocalóricos comerciales nunca contienen menos del 5% de lípidos. Por otro lado, además de los contenidos, la elección de la fuente de materias grasas de distintos orígenes (aceite vegetal, aceite de linaza, aceite de pescado) permite asegurar el aporte de ácidos grasos esenciales de cadena larga.
El empleo de la fibra alimentaria ha suscitado un gran debate, tanto en la nutrición humana como en la animal. La adición de fibras no es algo sistemático, sino uno de tantos enfoques (Diez & Nguyen, 2003). Recordemos sus ventajas para el tratamiento dietético de la obesidad en el perro.
- En general, la fibra constituye un elemento de dilución y permite disminuir la densidad energética del alimento. Un alimento seco normal de mantenimiento presenta una concentración energética de entre 3500 y 4000 kcal por kg de materia seca (m.s.) aunque varios autores (Lewis, 1978; Hand, 1988) se inclinan por una concentración energética menor. No obstante, es difícil formular un alimento cuya concentración de energía sea inferior a 2800 kcal/kg de m.s.
- En el perro, las fibras solubles permiten retrasar el vaciado gástrico e inducen una absorción más lenta de los nutrientes (Russel & Bass, 1985).
- Las fibras insolubles actúan como lastre, aumentan el volumen del bolo alimentario y aceleran el tránsito intestinal (Burrows y coll., 1982; Fahey y coll., 1990).
- Las fibras inducen la sensación de saciedad: una dieta que contenga al menos un 20% de fibra alimentaria total o FAT, en inglés Total Dietary Fiber o TDF (Prosky y coll., 1994) reduce la ingesta voluntaria de energía en el perro (Jewell y coll., 2000).
Pero las fibras presentan también algunos inconvenientes que varían según la naturaleza de la fibra y la proporción incorporada:
- aumentan la cantidad de heces y la frecuencia de defecación (efecto general de la fibras alimentaria).
- provocan una disminución de la digestibilidad de ciertos nutrientes, como las proteínas y los minerales, lo cual obliga a aumentar su proporción.
- afectan negativamente a la palatabilidad (Meyer y coll., 1978), lo que puede contrarrestarse añadiendo factores que mejoren la palatabilidad.
- pueden dar lugar a problemas gastrointestinales como flatulencias o diarreas.
Figura 7a. La celulosa bruta no representa un factor de predicción del valor nutricional.
Las fibras alimentarias, ya sea en forma purificada o en los alimentos altos en fibra como vegetales o cereales enteros, tienen un efecto, conocido universalmente, de saciedad en el hombre. Pero pueden causar problemas gastrointestinales como flatulencias y diarreas.
Fibras y análisis químico
Desde el punto de vista legal, el contenido que figura en las etiquetas de los alimentos corresponde a la celulosa bruta (también llamada fibra bruta). Dicho contenido proviene de un método de análisis que no refleja completamente el contenido real en fibra del alimento. El análisis químico de la celulosa bruta sólo mide una parte de la fibra insoluble, principalmente la celulosa y ciertas hemicelulosas (Figura 7a & Figura 7b). Pero en la industria de los alimentos de gama alta para los animales de compañía se emplean otros tipos de fibras: las fibras solubles (el psyllium, la goma de guar) o las fibras mixtas (mezcla de fibras solubles e insolubles) tanto en forma de suplementos purificados como en alimentos que contienen los dos tipos de fibras alimentarias.
El método de elección para cuantificar cualquier fibra, soluble e insoluble, se basa en la medición de las enzimas en la fibra alimentaria total. Es la única forma de conseguir una información nutricionalmente significativa. La diferencia entre la fibra bruta y la fibra alimentaria total es mayor cuanto mayor sea el contenido en fibras mixtas o solubles en el alimento. Tabla 12 muestra, por ejemplo, que en el caso de los cereales, los dos valores se encuentran en una relación de 1 a 4. En el extremo, un alimento que contenga cantidades significativas de fibras solubles (no celulósicas) presentará un contenido insignificante de celulosa bruta.
Figura 7b. Presentación de los distintos métodos de dosificación de la fibra alimentaria según la composición química: aplicación a la pulpa de la remolacha.
Tabla 12 - Fuentes de fibras empleadas en los alimentos hipocalóricos: composición química | ||||
Celulosa bruta (% m.s.) | Fibra total (% m.s.) | Tipo de fibra predominante | ||
Soluble | Insoluble | |||
Fuentes de fibras concentradas | ||||
Fibra de celulosa | 75 | 86 | ++++ | |
Cáscara de cacahuetes | 65 | 86 | ++++ | |
Fructooligosacáridos | 0 | 71 | ++++ | |
Fibra de guisante | 55 | 78 | ++ | ++ |
Goma de guar | 1 - 2 | 80 | +++ | + |
Pulpa de remolacha | 19 | 59 - 77 | + | +++ |
Psyllium* | 21 | 58 | +++ | |
Salvado de trigo | 10 - 19 | 38 - 40 | + | + |
Cereales | ||||
Trigo | 2.5 | 10 - 12 | + | +++ |
Maíz | 2.3 | 8 - 9 | ++++ | |
Harina de maíz | 0.5 - 1 | 2.6 - 4.5 | ++++ | |
Cebada | 4 | 16 | + | +++ |
* El psyllium es una fuente de fibras solubles pero no fermentables, a diferencia de las otras fuentes de fibras solubles mencionadas en esta tabla. |
Fibras y saciedad
En el hombre obeso sometido a dietas hipocalóricos, la ingestión de un suplemento diario de fibras insolubles (Ryttig y coll., 1989; Astrup y coll., 1990), solubles (Krotkiewski, 1984; Di Lorenzo y coll., 1988) o mixtas (Burley y coll., 1993) induce una mayor saciedad o disminución de la sensación de hambre.
Es mucho más difícil evaluar la sensación de saciedad en el perro que en el hombre. Se utilizan distintos métodos indirectos para evaluar la saciedad, ya sea midiendo la ingesta o determinando la velocidad de vaciado gástrico. En este último caso, se postula que la distensión estomacal inhibe los mecanismos fisiológicos que conducen a la ingesta y, por consiguiente, actúa como una señal de saciedad (Jewell y coll., 1996, 2000). No obstante, la metodología de la medida del vaciado gástrico está poco normalizada en el perro. Para repetir las medidas en las horas siguientes a la comida hay que manipular a los animales, lo cual puede ralentizar el vaciado gástrico.
Butterwick y coll., (1994) rseñalan que la adición de fibras insolubles en concentraciones moderadas no altera la ingesta en el perro. Un grupo de perros que presentaban un sobrepeso del 15% recibieron un alimento enriquecido con diferentes fibras alimentarias en distintas concentraciones (desde una FAT del 6,6% para el grupo testigo, hasta una FAT del 15,6% de m.s.). Se calcularon las cantidades de alimento para cubrir el 40% de los requerimientos energéticos necesarios para mantener su peso óptimo, lo cual corresponde a una restricción energética severa. Tres horas después de la comida principal se proporcionó una segunda ración muy palatable (alimento húmedo) que se dejó a libre disposición de los animales durante 15 minutos, para después medir la cantidad consumida. La prueba se llevó a cabo dos veces en un periodo de 12 días. Las cantidades consumidas durante la segunda comida fueron comparables en los distintos grupos (Butterwick y coll., 1994). No obstante, es difícil llegar a una conclusión a partir de estos resultados: la dieta testigo contenía un 6,7% de FAT y, por otra parte, el efecto de la restricción energética severa pudo predominar sobre el efecto de las fibras alimentarias. Finalmente, hay que indicar que la mayoría de los perros son incapaces de controlar su consumo ante un alimento muy palatable.
Los resultados de los diferentes estudios son contradictorios, lo cual no es sorprendente teniendo en cuenta los diferentes métodos empleados. Sin embargo, cuando se utilizan dietas con alto contenido de fibras alimentarias (más del 20% de fibra total alimentaria), el alimento parece ejercer un efecto de saciedad.
Por el contrario, es mucho más difícil emitir conclusiones para las dietas con un contenido medio de fibras alimentarias. También hay que tener en cuenta el contexto: los perros en condiciones experimentales aceptan mejor los alimentos hipoenergéticos que los perros de compañía (Borne y coll., 1996).
Las fibras y su efectos sobre el peso y la composición corporal
La restricción energética asociada al suministro de una dieta con un alto contenido en fibra y con un bajo contenido en lípidos- (el 23% y el 9% MS, respectivamente) permite una disminución mayor de la masa grasa corporal y de las concentraciones séricas de colesterol, en comparación con las dietas ricas en lípidos y pobres en fibras (Wolfsheimer y coll., 1994a). La disminución de peso corporal y de la presión arterial también fue mayor en la primera dieta, aunque las diferencias no fueron significativas (Borne y coll., 1996). Ambas dietas aportaban el 35% de la energía metabolizable en forma de proteínas, cantidad que supera en, aproximadamente, un 10% a una dieta de mantenimiento. Mediante DEXA se pudo recopilar información sobre las modificaciones de la composición corporal tras la utilización de dietas hipocalóricas, aunque la pérdida de peso fue estadísticamente similar. No obstante, hay que evitar llegar a conclusiones apresuradas: los efectos de dos parámetros (lípidos y fibras) eran confusos en el experimento. Aún más, dietas bajas en lípidos, y sin fibras, producen los mismos efectos en ratas (Boozer y coll., 1993).
También se han descrito en el hombre pérdidas espontáneas de peso (Krotkiewski, 1984) y de grasa corporal (Raben y coll., 1995) tras la ingesta de fibras solubles o insolubles, tanto en pacientes obesos como en no obesos. Además, al añadir un suplemento de fibras insolubles (Solum y coll., 1987; Ryttig y coll., 1989) o mixtas (Godi y coll., 1992) se produce una mayor reducción de peso en pacientes obesos sometidos a una restricción energética moderada (1200 kcal/día), comparado con una dieta control.
Los resultados de los estudios mencionados anteriormente sugieren que la presencia de fibras alimentarias en la dieta de pacientes obesos resulta beneficiosa. Los efectos de las fibras se resumen en las Tabla 13a & Tabla 13b.
Carbohidratos
El contenido y la calidad de los carbohidratos digestibles de las dietas hipocalóricas, principalmente almidón, ha sido objeto de estudio. En alimentación humana, Jenkins y coll., (1981) desarrollaron el concepto de índice glucémico (IG) como método para predecir la respuesta glucémica tras la ingesta de alimentos con un contenido determinado en carbohidratos. El IG de un alimento se define como la relación (en porcentaje) entre la respuesta glucémica a la ingesta de 50 g de carbohidratos digestibles y la respuesta a la ingesta, por el mismo individuo, de 50 g de almidón en forma de pan blanco.
Tabla 13a - Resumen de los efectos de las fibras alimentarias |
Efectos estudiados |
- Prevención del estreñimiento, higiene digestiva - Dilución de la concentración y de la densidad energética de los alimentos - Efecto de saciedad - Control de la glucemia y de la insulinemia - Control de la lipidemia - Disminución de olor de las materias fecales |
Inconvenientes |
- Disminución de la digestibilidad de la materia seca - Aumento de la cantidad de materias fecales - Aumento de la frecuencia de defecación |
Tabla 13b - Efectos de las fibras alimentarias según el nivel de incorporación en el alimento | ||||||
Fibras insolubles | Fibras solubles e insolubles | Fibras solubles | Fibras fermentables | |||
Ejemplos | Celulosa purificada, cáscaras de cacahuete y de soja… | Pulpa de remolacha | Goma de guar, pectinas, psyllium… | Inulina, MOS, FOS… | ||
Índice de inclusión | < 5% de la materia seca (MS) | |||||
Prevención del estreñimiento | + | + | + | + | ||
Reducción del olor fecal | - | - | - | + | ||
Salud del tracto digestivo | ? | + | + | + | ||
Índice de inclusión | 5 - 10% MS | > 10% MS | 5 - 10% MS | > 10% MS | 5 - 10% MS | 5 - 10% MS |
Obesidad | ||||||
- reducción de la densidad energética | + | ++ | + | ++ | + | + |
- inducción de saciedad | ? | ? | ? | ? | ? | ? |
Problemas del metabolismo lipídico | - | - | - | + | + | + |
Diabetes mellitus - control de la glucemia | - | -/+ | - | + | + | ? |
Insuficiencia renal crónica - reducción de la uremia | - | - | - | + | + | + |
Salud del tracto digestivo | ||||||
- proliferación bacteriana intestinal crónica | - | - | ? | ? | ? | + |
- prevención del cáncer de colon | ? | ? | ? | ? | + (hombre) | |
Varios - estimulación de las defensas |
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El IG es un concepto utilizado en el tratamiento dietético de los pacientes diabéticos, así como en algunos regímenes (Montignac, p. ej.) y confirma la utilidad de las fuentes de cereales no refinados o de fibras alimentarias (Wolever & Jenkins, 1986). A pesar de ello, el IG resulta algo controvertido porque las respuestas individuales pueden ser muy variables y porque la evolución de la glucemia tras una comida completa es distinta a los cambios inducidos por la absorción de un solo tipo de carbohidrato (Jenkins y coll., 1988).No obstante, parece que el consumo de cereales no refinados participa en la prevención de la obesidad humana, especialmente por su actuación sobre los reguladores hormonales de la obesidad (Koh-Banerjee & Rimm, 2003).
Es bastante lógico aplicar este concepto en las dietas para los perros diabéticos u obesos. El principio consiste en utilizar las fuentes de almidón que estimulen menos la producción de insulina, lo que también limita el almacenamiento de la energía en forma de triglicéridos en los adipocitos. El alimento completo que conduce a una menor liberación de la glucosa estimulará menos la producción de insulina (hormona lipotrópica). Desde un punto de vista práctico, se desaconseja el arroz blanco como cereal principal en los alimentos hipocalóricos, mientras que la cebada o el maíz constituyen las mejores fuentes de energía (Sunvold & Bouchard,1998) (Figura 8).
Figura 8. Comparación de la secreción postpandrial de insulina obtenida con distintas fuentes de almidon (From Sunvold & Bouchard, 1998)
Minerales, vitaminas y oligoelementos
Al igual que sucede con las proteínas, las concentraciones de minerales, vitaminas y oligoelementos de los alimentos hipocalóricos deben ser mayores que las de los alimentos de mantenimiento: la restricción del aporte energético y de las cantidades suministradas no deben producir deficiencias en dichos elementos esenciales.
Ingredientes especiales y nutraceúticos
En los alimentos hipocalóricos se añaden varios ingredientes específicos (aditivos alimentarios o otros suplementos nutricionales) para inducir ciertos beneficios. Se trata, principalmente, de varias fuentes de fibras alimentarias, antioxidantes L-carnitina, cromo y, incluso, de agentes condroprotectores. Actualmente, en Europa no está autorizada la adición de cromo en los alimentos. En la Tabla 14 se presenta una lista no exhaustiva de estos ingredientes y sus beneficios.
La L-carnitina es un aminoácido que se sintetiza en el hígado y en el riñón a partir de lisina y de metionina y en presencia de ascorbato. La L-carnitina es un factor limitante para el transporte de los ácidos grasos de cadena larga al interior de la mitocondria donde se realiza su oxidación (Figura 9). Por lo tanto, es necesario que en los músculos haya el nivel adecuado de L-carnitina para producir energía a partir de los ácidos grasos.
La L-carnitina no se sintetiza en el músculo, su suministro se produce a través de la sangre, tras sintetizarse en el hígado o riñón, o bien mediante la absorción intestinal de la L-carnitina presente en los alimentos. Las principales fuentes alimentarias son la carne roja, el pescado y los productos lácteos, mientras que las carnes blancas presentan menor cantidad y los vegetales carecen totalmente de ella. No se considera que la L-carnitina sea un nutriente esencial porque se sintetiza en el organismo. La deficiencia de L-carnitina es responsable de la cardiomiopatía dilatada en una pequeña población de perros. Varios estudios llevados a cabo en animales monogástricos sugieren que el aporte de Lcarnitina en el alimento mejora la retención de compuestos nitrogenados y modifica la composición corporal favoreciendo la masa muscular. Se ha descrito este efecto en los perros en crecimiento (Gross & Zicker, 2000).
Tabla 14 - Ingredientes especiales utilizados en las dietas comerciales hipocalóricas y beneficios esperados. | |
Ingredientes | Beneficios esperados |
L-carnitina | - Estimulación de la β-oxidación de los ácidos grasos |
Cromo | - Control de la glucemia |
Fructooligosacáridos (FOS) | - Disminución de los olores fecales - Optimización de la flora intestinal - Normalización de los lípidos presentes en la sangre |
ALC (ácido linoléico conjugado) | - Acción antiadipogénica |
Hidroxicitrato | - Prevención y disminución de la adiposidad visceral |
Vitamina E, taurina, luteína | - Antioxidantes |
Vitamina A | - Normalización del nivel de leptina |
Glucosamina, condroitina | - Agentes condroprotectores |
Aceite de pescado rico en EPA | - Fuentes de ácidos grasos Omega 3 - Salud de la piel y del pelo |
Como la masa muscular en reposo necesita más energía que la masa grasa, el aumento de la masa muscular podría prevenir la obesidad. Por otra parte, se recomienda incorporar L-carnitina en las dietas hipocalóricas para el perro obeso ya que modifica su composición corporal (Allen, 1998; Sunvold y coll., 1998; Caroll & Côté, 2001). En el perro, la adición de L-carnitina a una dieta hipocalórica permite acentuar la pérdida de peso de los perros obesos y estimular la degradación de la masa grasa (Sunvold y coll., 1998). En este ensayo no se han encontrado diferencias significativas entre los dos niveles suplementados (50 y 100 mg/kg de alimento).
Figura 9. Modo de acción de la L-carnitina.
Se recomienda la incorporación de L-carnitina a las dietas hipocalóricas de los perros obesos, para prevenir el efecto rebote. En las comidas de preparación casera se recomienda elegir alimentos naturales ricos en L-carnitina. (© Faculty of Veterinary Medicine of Liège).
Los ácidos grasos conjugados que derivan del ácido linoléico conjugado (ALC) (en inglés, Conjugated Linoleic Acids o CLA) se han estudiado ampliamente en los animales, por sus distintas propiedades beneficiosas: en tumores, aterosclerosis, obesidad, función inmunitaria y diabetes. El ALC se encuentra, de forma natural, en los productos de origen animal como los lácteos, carnes y grasas. Algunos microorganismos del rumen, así como ciertas enzimas animales, sintetizan el ALC. Los dos isómeros identificados como biológicamente activos son el cis 9, 11 trans y el trans 10, 12 cis (Figura 10).Ciertos isómeros específicos del ALC previenen el desarrollo de la obesidad en el ratón y en el cerdo. No obstante, la propiedad del ALC de modular la obesidad en el hombre y en los animales monogástricos sigue siendo motivo de controversia puesto que los estudios clínicos aportan resultados contradictorios (Azain, 2003). A pesar de ello, se ha demostrado que el isómero trans 10, cis 12 previene la acumulación de triglicéridos en los cultivos de preadipocitos humanos. Esta acción antiadipogénica se debe en parte a su efecto sobre la regulación del metabolismo de la glucosa y de los ácidos grasos en el adipocito (Brown & McIntosh, 2003).
El efecto encontrado en el hombre es la disminución de la materia grasa. Los estudios confirman el hecho de que el ALC no ayuda a reducir el peso corporal de los pacientes obesos sino que incrementa la masa magra en detrimento de la masa grasa (Kamphuis y coll., 2003). Las dosis empleadas en los ensayos clínicos realizados en el hombre comprendían entre 1,4 y 6,8 g de ALC al día (Blankson y coll., 2000; Kamphuis y coll., 2003).
Figura 10. Comparación de la estructura del ácido linoléico conjugado y del ácido linoléico.
En el perro, la adición de ALC (0,6% MS) en una dieta hipocalórica e hiperproteica (55% MS) ha permitido reducir el incremento de la concentración de nitrógeno plasmático que se observaba, normalmente, al utilizar este tipo de dietas (Bierer & Bui, 2003). Un segundo estudio muestra un efecto positivo del ALC sobre la composición corporal y la ingesta de alimentos de los perros alimentados ad libitum. Finalmente, un estudio de fermentación in vitro muestra que las bacterias intestinales del perro producen cantidades muy bajas de ALC, por ello los autores aconsejan su incorporación (Fukoda y coll., 2002).
El extracto de Garcinia cambogia se utiliza en el hombre para disminuir la lipogénesis (Cha y coll., 2003; Hayamizu y coll., 2003). Los ingredientes activos son los hidroxicitratos o AHC (ácido α-hidroxicítrico), Los ingredientes activos son los hidroxicitratos o AHC (ácido a-hidroxicítrico), comúnmente conocidos como "ácidos de las frutas". Los beneficios esperados son los siguientes: inhibición de la lipogénesis en el hígado y disminución de la ingesta energética (Westerterp-Plantenga & Kovacs, 2002). Se desconoce sus mecanismo de acción.
Garcinia cambogia. El ácido α-hidroxicítrico (AHC) sólo se encuentra en forma concentrada en algunas plantas, como el fruto de la Garcinia cambogia, originaria del sudeste asiático.
Las raciones caseras hipocalóricas
Se pueden preparar raciones caseras para los perros obesos. Sin embargo, se deben respetar las condiciones anteriormente mencionadas. Se elegirá entre los ingredientes magros (carne magra), las fuentes de almidón ricas en fibra (cereales completos), las verduras, los suplementos de fibras alimentarias en forma purificada (salvado, fibra de soja) y habrá que formular cuidadosamente la ración para que sea completa y equilibrada. En comparación con una ración de mantenimiento, se aumentará la relación proteo-calórica, así como la concentración en micronutrientes y el porcentaje de fibras alimentarias. No obstante, este último punto puede representar un problema si el animal selecciona dejando las verduras que son necesarias para el aporte de la fibra. Se puede evitar este problema utilizando fuentes integrales como alimento (pan integral, arroz integral o pastas integrales). De este modo, el aporte de fibra bruta de la ración puede alcanzar entre el 4 y el 5% MS. Se puede aumentar la concentración hasta un 7 - 10% MS mediante suplementos de fibras alimentarias purificadas.
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Affiliation of the authors at the time of publication
1Department of Animal Productions, Faculty of Veterinary Medicine, University of Liège, Liège, Belgium.
2ENVN Atlanpôle, La Chantrerie, Nantes, France.
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