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Etiopatología y terapia de la retención de placenta e infección uterina posparto en búfalas
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1. Retención de membranas fetales
La retención de membranas fetales (RMF) es una alteración frecuente en el posparto que afecta a las búfalas [1]. Se sabe que la incidencia de RMF se incrementa con el número de partos, con una incidencia máxima al quinto parto [2,3]. Con frecuencia las bacterias invaden el útero de las búfalas ocasionando inflamación de las membranas fetales retenidas y posteriormente causando infecciones uterinas [4]. Si se deja sin tratar, la alteración en búfalas afectadas culmina en una reacción sistémica aguda con pérdida de apetito, hipertermia y disminución de la producción de leche [5,6], incremento de servicios por concepción, demora en el reinicio de la ciclicidad ovárica posparto, aumento de los días abiertos y aumento de días a gestación [7-9], presentándose a lo largo como los efectos negativos de la retención de placenta en búfalas. El desorden ha sido identificado como un factor de alto riesgo para las infecciones uterinas posparto [4,10,11] y baja eficiencia reproductiva en búfalas [6,9,12].
1.1. La placenta bubalina
La placenta bubalina es cotiledonaria siendo la mayoría de los cotiledones ovalados o en forma de domo [13,14]. Los placentomas están dispuestos en cuatro hileras, variando en número de 102 a 229 placentomas en los cuernos grávidos [14,15] y de 91 a 153 en los cuernos no grávidos [14,15]. El tamaño máximo de un placentoma en el cuerno grávido al día 2110 de preñez fue de 10.0 x 4.6 cm [14]. El tamaño máximo de un placentoma en un cuerno uterino grávido de hasta 210 días de gestación fue de 10,0 x 4,6 cm [14]. El número total de placentomas aumenta a partir del inicio de la gestación hasta la mitad de la gestación con una tendencia a disminuir hacia el final de la gestación [14].
La búfala tiene una placentación epiteliocorial [16]. Numerosas células trofoblásticas binucleadas están presentes en una sola capa vellosa trofoblástica [16]. La frecuencia de las células trofoblásticas binucleadas aumenta a través de la gestación [17]. El placentoma de la búfala tiene una sola rama vellosa ligeramente cónica menor, más pequeña que en la vaca, lo que indica una interdigitación feto-materna diferente y menos compleja en las búfalas [18].
Figura 1. La placenta de la búfala. (Cortesía del Dr. G.N. Purohit, Department of Veterinary Gynecology and Obstetrics, College of Veterinary and Animal Sciences, Rajasthan University of Veterinary and Animal Sciences, Bikaner Rajasthan, India).
El cordón umbilical en la búfala está compuesto por dos gruesas arterias y dos finas venas [19]. Un par compuesto por una arteria y una vena diverge en ángulo recto atravesando como vasos placentarios en el alantocorion [19]. Los vasos umbilicales tienen una estructura vascular excepcional y el diámetro y grosor de la arteria umbilical es mayor al de la vena hacia los 95 días de gestación, pero posteriormente no hay diferencia en sus tamaños [19]. La placenta tiene un gran saco alantoideo vascularizado. El amnios es avascular y está cubierto por una sola capa de epitelio [20]. Las placas amnióticas se encuentran desde los 79-220 días de gestación en el amnios de búfala [21]. Las plaquetas amnióticas están constituidas por células poligonales u ovaladas con citoplasma granular, rica en glicógeno y libre de mucina y lípidos [21]. El peso de las membranas fetales y el tamaño del alantocorion, vesícula amniótica y el cordón umbilical muestran un incremento progresivo durante la gestación [13]. El volumen del líquido alantoideo aumenta continuamente durante la gestación, mientras que el líquido amniótico incrementa hasta el octavo mes, después de lo cual el volumen disminuye [13]. Se ha descrito el aspecto morfológico de los hematomas placentarios de la placenta de la búfala [22] y son considerados como áreas de transferencia placentaria de hierro en búfalas [22]. La placenta de búfala produce cierta cantidad de progesterona [17]. Se han aislado unas moléculas glicoproteinicas asociadas a la preñez de la placenta de búfala [23] y del suero de búfalas preñadas [24].
1.2. Incidencia
Entre los rumiantes domésticos, la retención de membranas fetales son una anormalidad reproductiva única en la vaca y la búfala [25]. La placenta es expulsada normalmente entre los 30 min y 8 horas después del parto. El tiempo normal de expulsión de la placenta registrado por Kunbhar [26] fue de 3-8 horas. Otros investigadores [27-29] informaron 4.56-4.93 horas como el tiempo normal para la expulsión de las membranas fetales en búfalas.
Los primeros informes sobre la retención de membranas fetales en la búfala parecen remontarse a la década de 1940 [30,31]. La incidencia de retención de placenta en búfala varió 10 a 15% [26]. Roy y Luktuke [32] informaron también la misma incidencia en búfalas. Se informó de incidencias ligeramente más altas (16-18%) [1,33-35]. La incidencia de retención de placenta aumenta con el número de partos, gemelos y partos prematuros [36-38] y varía de país a país, año a año y de hato en hato [33].
1.3. Etiología
El desprendimiento de las membranas fetales del útero en búfalas ocurre por mecanismos que aún no son bien entendidos. Las contracciones del útero que ocurren al obviamente causan cambios en el tamaño y forma de los placentomas, lo cual conduce a una pérdida del cotiledón fetal; probablemente, lo más importante, es la marcada reducción del flujo de sangre al útero después de la expulsión del ternero. Parece que hay cierto desacuerdo entre los autores en que la retención de placenta ocurre si las membranas fetales permanecen unidas más de 8 a 12 hr después del nacimiento del ternero [26,28,29,35]. La retención de las membranas fetales es percibida por los Veterinarios y propietarios de búfalos como una afección potencial más grave que la misma condición en la vaca [39]. Parece que los factores claves son la proteólisis de los cotiledones y la disminución de la adherencia de la interface líquida cotiledón-carúncula para el parto de las membranas fetales. La actividad de la colagenasa de la vellosidad del cotiledón durante el parto se incrementa en búfalas sanas y disminuye en búfalas con retención de membranas fetales (Azawi, no publicado). Las fuentes celulares de colagenasa y enzimas proteolíticas para el parto placentaria en las búfalas son desconocidas. En animales de laboratorio y en humanos, las células endometriales, fibroblastos y leucocitos han sido identificados como fuente de colagenasa en el útero.
La falta de motilidad uterina no se considera como una razón para la retención primaria, debido a que la motilidad uterina es normal o superior a lo normal en búfalas con retención primaria de membranas fetales [40]. La serotonina ha sido propuesta como una señal para comenzar la degradación masiva de colágeno que se produce en el útero después del parto [41]. Se ha sugerido que el papel de la serotonina durante el parto es para detener la circulación de sangre entre la placenta y el feto y para activar la proteólisis uterina. Las concentraciones sanguíneas de serotonina son extremadamente altas (54µM) en el feto bufalo durante la preñez y disminuyen dramáticamente al parto (13µM) a concentraciones similares a las de la vaca adulta. Coincidiendo con la disminución de las concentraciones de serotonina en la sangre también disminuye la concentración de serotonina en las membranas fetales (cotiledón) durante el desprendimiento de la placenta [41]. Por lo tanto, existe un patrón fisiológico en sangre y los tejidos placentarios de la concentración de serotonina en relación con el desprendimiento de la placenta durante el parto.
Se han reconocido varios efectos importantes de la serotonina: tiene un efecto proliferativo de numerosos tipos de células, incluyendo las células de placentoma bovino cultivadas, las cuales pueden favorecer el desprendimiento de la placenta [41]; inhibe la secreción de enzimas proteolíticas en células de placentoma bovino, lo cual puede prevenir el desprendimiento de la placenta durante la preñez [42]; afecta a la secreción de cortisol, lo cual puede inducir el parto [46]; es un narcótico poderoso en el ternero recién nacido y, probablemente también en fetos de búfalo, lo cual puede mantener al feto dormido durante la gestación [41].
Estos cuatro efectos de la serotonina pueden apoyar un papel fundamental para la serotonina en el desprendimiento de la placenta, la activación del feto-adrenal, y el despertar del feto después de la narcosis gestacional prolongada.
Las siguientes observaciones sugieren que la activación de mecanismos bioquímicos para la expulsión de la placenta puede ocurrir antes del parto:
- Los placentomas recolectados del útero a término (≥270 días) son relativamente más pequeños que los recolectados en el Día 240.
- La dexametazona administrada antes del parto, en lugar de inmediatamente después del parto, puede inducir la retención de placenta.
- La inyección de relaxina (inductor de colagenasa) después del parto inhibe la propiedad de inducción de la retención de membranas fetales producida por la dexametazona.
- El reblandecimiento del cérvix (degradación de la colagenasa) ocurre antes del parto; y
- La actividad de la colagenasa plasmática aumenta al término, pero antes del trabajo de parto. Se sospecha que la colagenasa es activada antes del parto, cerca de 9 horas antes de la expulsión de la placenta en la búfala (Azawi; no publicado).
Se ha propuesto que la alteración bioquímica que conduce a la RMF puede dispararse tanto antes como durante el parto. La actividad colagenolítica de la vellosidad del cotiledón esta disminuido en las vacas con RMF y se observa la persistencia del colágeno tipo III en vacas con RMF. La actividad de la metaloproteinasa-9 de la matriz (MMP-9) en vacas con retención de placenta es más baja que en vacas sin retención de placenta, y las formas específicas activas de la MMP-2 están ausentes en la retención de placenta. Las diferencias entre la actividad enzimática entre vacas con y sin retención de placenta pueden afectar la hidrólisis del colágeno y la posterior liberación de las membranas fetales [41]. Estas observaciones sugieren que una deficiencia de colagenasa puede estar involucrada en la hidrolisis del colágeno tipo III. La RMF puede deberse igualmente, en algunos casos, a la presencia de un sistema anticolagenasa en la placenta, puesto que inyecciones de colagenasa dentro de los placentomas son incapaces de hidrolizar el colágeno en el 15% de las vacas con RMF. Las colagenasas son enzimas calcio-dependientes; sin embargo, la disminución del nivel de calcio en el suero encontrado en vacas con RMF no excluyó la actividad de la colagenasa. Hay varios factores que se han relacionado con el fracaso de la separación del cotiledón y la carúncula. Los desequilibrios hormonales existentes antes del parto son un inductor efectivo de RMF. La progesterona, más que los estrógenos, inhibe a las colagenasas uterinas y retrasa la involución uterina.
Estudios clínicos han mostrado que la progesterona está más elevada en búfalas con retención de membranas fetales [43-45] en comparación con las búfalas que tuvieron una expulsión normal de las membranas fetales. La dexametazona incrementa la síntesis y utilización de progesterona por el tejido cotiledonario en la vaca. Estos cambios pueden contribuir a bloquear la expresión posparto de la colagenasa cotiledonaria. Además, se ha encontrado que los glucocorticoides disminuyen la colagenasa. Debido a informes inconsistentes, no queda claro el mecanismo por el cual la dexametazona y la prostaglandina E2 (PGE2) inducen el parto con una alta incidencia de RMF. Se ha propuesto que el incremento prenatal de metabolitos de PGF2α y de cortisol puede constituir un indicador de RMF en la vaca. En un estudio, la producción de PGF2α por los cotiledones predominó cuando las membranas fueron liberadas, mientras que la producción de prostaglandina E2 (PGE2) predominó si las membranas fetales fueron retenidas. Sin embargo, en la coneja la PGE2 y PGF2α incrementaron la actividad de la colagenasa. El hecho de que la retención previa es un factor de riesgo significativo sugiere que la RMF puede deberse en parte a una expresión fortuita por el mal funcionamiento de un gen que regula la involución uterina, incluyendo la proteólisis del cotiledón. La expresión de genes de enzimas proteolíticas puede ser modulada por las hormonas esteroides; sin embargo, no se ha identificado la señal hormonal preparto para bloquear la proteólisis del cotiledón y causar la RMF. Se ha discutido ampliamente sobre el papel de los leucocitos y la quimiotaxis en la etiología de la RMF. Se ha propuesto que la deficiente actividad fagocitaria de los neutrófilos, migración disminuida y disminución en la producción del anión superóxido, pudieran ser factores de la patogénesis de la RMF en la vaca. De hecho, los neutrófilos circulantes en vacas con RMF produjeron menos anión superóxido que los neutrófilos en las vacas control. La quimiotaxis positiva resultó en una incidencia de 2.6% de RMF, y la quimiotaxis negativa en una incidencia de 35.6%. Además, los leucocitos son una fuente móvil de colagenasa y pueden estar involucrados en la regresión uterina y la expulsión de la placenta. En un estudio, se observó un estrés oxidativo severo con un incremento obvio de malondialdehído, óxido nítrico y disminución de la catalasa, superóxido dismutasa y ácido ascórbico en búfalas Egipcias con retención placentaria [1].
Se ha propuesto que una vida intrauterina del feto más corta puede ser una causa predisponente de retención de placenta en las búfalas [46] junto con una involución avanzada de los placentomas, edema o maceración de la vellosidad coriónica, hiperemia del placentoma, placentitis e inercia uterina [47]. Los abortos causados por Brucella, aunque menos frecuente en la búfala [48,49], puede ser también causa de retención de membranas fetales en la búfala [48,49].
Estudios clínicos en búfalas con retención de membranas fetales han mostrado niveles más bajos de glucosa, calcio, fosforo, proteína, cobre en la circulación y niveles alterados de colesterol sérico [50-52]. Deficiencias similares de vitamina A, D, E, y el aumento del selenio incrementa el riesgo de retención de placenta fetal en búfalas [46,53-55]. La evidencia clínica de retención de membranas fetales es ampliamente visible por jirones o tejidos que cuelgan hacia fuera de los labios vulvares (Fig. 2 y Fig. 3).
Figura 2. Búfala con retención de membranas fetales colgando de los labios vulvares. (Cortesía del Dr. G.N. Purohit, Department of Veterinary Gynecology and Obstetrics, College of Veterinary and Animal Sciences, Rajasthan University of Veterinary and Animal Sciences, Bikaner Rajasthan, India).
Figura 3. Búfala con retención de membranas fetales colgando de los labios vulvares (Cortesía del Dr. G.N. Purohit, Department of Veterinary Gynecology and Obstetrics, College of Veterinary and Animal Sciences, Rajasthan University of Veterinary and Animal Sciences, Bikaner Rajasthan, India).
1.4. Patofisiología
La inhibición preparto de la proteólisis cotiledonaria puede presentarse antes o durante el parto en la vaca [56] y poco se sabe sobre estos cambios en la búfala, aunque se considera que son similares. La inhibición resultante de la licuefacción de líquidos adhesivos del cotiledón-carúncula demora la separación de las estructuras fetales de las estructuras maternas [56]. El aumento de las demandas de los últimos meses del embarazo, el parto y la lactancia probablemente aumentan la producción de especies reactivas del oxígeno y el estrés oxidativo, probablemente prolonga la disociación de cotiledón fetal y carúnculas maternas. Estudios realizados en búfalas egipcias mostraron altas cantidades de marcadores de oxígeno reactivo en bufalas que retuvieron las membranas fetales [1]. La falta de contracciones uterinas podría resultar en una falla de expulsión de las membranas fetales separadas parcialmente o completamente. Cuando son retenidas las membranas fetales, la masa de la membrana fetal pierde el suplemento de sangre, pero continúa creciendo por uno o varios días. La falta de circulación sanguínea a las membranas retenidas y su mal olor, sugiere que las membranas son tejidos necróticos o casi necróticos. Sin embargo Cuando se mantienen a las membranas bajo condiciones de laboratorio controladas, estas son capaces de utilizar oxígeno y glucosa activamente y más de un 30% de las células pueden excluir pigmentos vitales por 3 días o más. Cuando las membranas se conservan a 1° a 2°C, permanecen metabólicamente activas por 8 semanas o más. Las membranas fetales tienen un extraordinario potencial de "supervivencia" sin un feto vivo. Estas propiedades sugieren que la RMF puede responder a la isquemia, anoxia y bacterias mediante liberaciones bioquímicas que causan inflamación, predisponiendo de esta manera a la vaca a la metritis. La retención de membranas fetales pueden ser un factor importante de alto riesgo para la metritis toxica puerperal en la búfala. Las membranas fetales retenidas liberan agentes bioquímicos inflamatorios resultando en inmunosupresión, incremento de la permeabilidad vascular, daño endometrial y disminución de la quimiotaxis. Los agentes bioquímicos inflamatorios tienen efectos sistémicos. En seguida puede ocurrir una colonización bacteriana que resultara en una infección uterina masiva (metritis). La reacción sistémica produce signos clínicos de depresión, intranquilidad, arqueamiento del dorso, pujos, disuria, diarrea, reducción de la producción de leche, pérdida del apetito y temperatura alta en las búfalas afectadas [4,39,40]. Se presenta la descomposición y fragmentación del tejido placentario y las vellosidades coriónicas durante la retención de membranas fetales en las búfalas con una hiperplasia concomitante en las células epiteliales coriónicas de las vellosidades [5,6]. La presencia de infección uterina demora el reinicio de la ciclicidad ovárica posparto y la concepción [57]. Así la presencia de membranas fetales retenidas en el útero por períodos prolongados conduce al desarrollo de infección uterina [4,58-60], baja producción de leche (Fig. 4) y consecuentemente mala reproducción [9].
Figura 4. Patofisiología de la retención de placenta. (Cortesía del Dr. G.N. Purohit, Department of Veterinary Gynecology and Obstetrics, College of Veterinary and Animal Sciences, Rajasthan University of Veterinary and Animal Sciences, Bikaner Rajasthan, India).
1.5. Terapia
Los objetivos del tratamiento para la retención de membranas fetales es el pronto desprendimiento de las membranas con el fin de reducir la ocurrencia de metritis, disminución de las pérdidas de leche, mejorar la eficiencia reproductiva y disminuir los costos veterinarios. Las búfalas no tratadas con frecuencia padecen de endometritis y muestran repetición de servicios en comparación con las búfalas tratadas. La remoción manual ha sido práctica común en el pasado. La remoción manual de las membranas retenidas debe evitarse a toda costa porque las infecciones uterinas son más frecuentes y más severas después de esta forma de intervención que en las búfalas no tratadas. Si se utiliza oxitocina 40-60 UI intramuscular inmediatamente después del nacimiento, esto reduce la tasa de RMF [39]. Si la placenta no es expulsada después de la administración de oxitocina, el tratamiento tiene aún un efecto benéfico si se hace la remoción manual de la placenta, puesto de cierta forma, la oxitocina afloja la unión entre los cotiledones y las carúnculas [32].
El empleo de oxitocina 24 horas después del nacimiento es de valor cuestionable porque en ese momento, la respuesta a la oxitocina es muy pobre [56]. Desafortunadamente, en general en la práctica en búfalos, el veterinario no es consultado si no hasta después de 24 horas de la retención de membranas fetales ya que el ganadero espera una expulsión espontánea. La práctica empírica de colgar un peso a la placenta debe ser desaconsejada porque el peso causa que la búfala puje y esto resulta en la ruptura prematura e incompleta de la placenta, quedando una parte de ella dentro del útero. Este peso puede igualmente causar invaginación del cuerno uterino y puede ocurrir el prolapso del útero. La remoción manual de las membranas retenidas está contraindicada si la búfala tiene fiebre porque el daño uterino aumenta el riesgo de septicemia y perimetritis. Se ha informado sobre la remoción manual de las membranas fetales en bufalas [7,52), aunque no puede excluirse el peligro de trauma uterino aún con una remoción manual cuidadosa. Cuando nos enfrentamos a la extracción manual de las membranas fetales, el clínico debe lavar primero el perineo a fondo y determinar si la separación de la placenta se ha producido o no, y la extracción manual debe ser retrasada por 12 a 24 h en ausencia de desprendimiento adecuado. Deben administrarse suficientes antibióticos intrauterinos y parenterales [26,52] para promover las contracciones uterinas y prevenir la infección uterina subsecuente a la remoción manual de la placenta. Costumbres étnicas de tratamiento han sido utilizadas por los agricultores de búfalo para acelerar la expulsión de la placenta bufalina [11], sin embargo, su eficacia sigue siendo pobre con poca evidencia científica. Se sabe que las concentraciones de metabolitos de prostaglandina F son bajos en las búfalas que retienen sus membranas fetales en comparación con búfalas que tienen partos sin incidentes [61-62]. De esta manera pueden ser útiles las inyecciones de prostaglandinas en búfalas con retención de membranas fetales.
Un nuevo enfoque para el tratamiento de retención de membranas fetales es la inyección de colagenasa dentro de las arterias del cordón umbilical en la vaca [56], pero aún no ha sido utilizado en búfalas porque tal manipulación puede efectuarse en animales poco después del parto y no es usual que los propietarios de búfalos consulten al clínico sino hasta después de 24 horas de la retención de membranas fetales. Este enfoque puede mejorar los tratamientos tradicionales porque está dirigido específicamente a corregir la ausencia de proteólisis del cotiledón. Se utiliza la colágenas bacteriana del Clostridium histoliticus porque puede degradar varios tipos de colágeno. Está comercialmente disponible, asequible y no causa coagulación de la sangre residual en la placenta. En este procedimiento, el cordón umbilical se localiza e identifica por dos arterias firmes y dos venas (diámetro de un lápiz] que se deslizan fuera de los dedos cuando se palpan. Una vez localizado el cordón, se introduce una segunda mano en la vagina y se retrae el cordón alternando las manos en la vagina. Una vez el cordón umbilical está en la vulva, se sujetan las arterias con pinzas Kelly. Se inyecta rápidamente la solución de colagenasa (200.000 UI, más 40 mg de clorhidrato de calcio y 40 mg de bicarbonato de sodio disuelto en 1 L de solución salina). La inyección de la solución de colagenasa puede realizarse fácilmente utilizando una bolsa de solución salina de 1000 ml presurizada manualmente unida a una venoclisis. La punta de la aguja de la venoclisis se inserta directamente dentro de la arteria (y se liga] sin utilizar catéter. Para asegurar la perfusión de toda la placenta, se inyecta un volumen de 1L. Se puede añadir oxitetraciclina (100 mg dosis total, lo cual es aproximadamente 30 mg/kg de membranas fetales] para inyección intravenosa a 1 L de solución de colagenasa si se desea un antibiótico; sin embargo, el pH final de la solución debe ajustarse a 7.5. Se inyectan 500 ml de solución de colagenasa dentro de cada arteria o 1000 ml en una arteria si solo una está disponible. Treinta y seis horas después, las membranas retenidas son fácilmente extraíbles por tracción suave si es que aún no han sido expulsadas espontáneamente.
Los antibióticos intrauterinos y sistémicos no precipitan el desprendimiento de las membranas retenidas. Al contrario, se ha informado de la inactivación de la colagenasa por la tetraciclina en algunos tejidos. El futuro tratamiento para la retención de membranas fetales pudiera basarse en el desarrollo de una sustancia inyectable barata capaz de activar la proteasa del cotiledón (colagenasas).
El enfoque para reducir la incidencia de retención de membranas fetales en las búfalas probablemente incluye la suplementación de vitamina A, D, E y selenio en zonas deficientes y la selección de animales para reducir la incidencia, además de reducir el estrés en el parto.
2. Infecciones uterinas posparto
La metritis y endometritis posparto son las afecciones más importantes en las búfalas [40], que causan pérdidas económicas debido a la prolongación de los días abiertos y la prolongación del intervalo entre partos, ocasionando una eliminación involuntaria [62,63]. La función uterina está frecuentemente comprometida en búfalas por la contaminación bacteriana en el lumen del útero después del parto, la inseminación y el revolcarse; con frecuencia las bacterias patógenas persisten causando enfermedades genitales, siendo esto una causa clave de la infertilidad [64]. Los mayores problemas afrontados por los criadores y hacendados de búfalos incluyen una baja eficiencia reproductiva e intervalos entre partos prolongados [64-68]. Esto puede atribuirse a factores tales como ambientes hostiles [69], la falta de suplementación alimentaria durante todo el año y manejo mínimo de los animales [70], en la mayoría de los sistemas agrarios bajo las cuales se crían búfalos [68]. En todas las encuestas de los factores que causan la endometritis, metritis y metritis puerperal tóxica, la distocia y la retención de membranas fetales fueron identificadas como las causas de mayor importancia en los búfalos [1,39,63]. La presencia de bacterias patógenas en el útero causa inflamación, lesiones histológicas del endometrio, demora en la involución uterina y perturbación de la supervivencia embrionaria [71-72]. Adicionalmente, la infección bacteriana uterina, productos bacterianos o la inflamación asociada, suprime la secreción de LH pituitaria y perturba el crecimiento folicular ovárico posparto y la función, lo que interrumpe la ovulación en los búfalos y bovinos [9,73]. La tasa de incidencia de infección uterina en búfalas fue mucho más alta que en vacas [74-76]. La incidencia anual de infecciones uterinas en el posparto en búfalas de leche fue de 20 a 75% [76,77] y en vacas lecheras la proporción fue de 10 a 50% [78]. La metritis posparto es una de las alteraciones más importantes en búfalas [79-85]. La metritis toxica puerperal (por ejemplo, metritis séptica aguda] se caracteriza por aumento de la temperatura rectal, depresión, anorexia y descarga vulvar líquida y fétida [39,40]. La metritis puerperal toxica puede ser un problema grave y se considera como una infección uterina que amenaza la vida [39,40,86-88).
2.1. Definición e incidencia
La metritis y endometritis indican inflamación del útero. La metritis involucra al endometrio, la capa de tejido glandular y la capa muscular [60,78]. La endometritis involucra solamente al endometrio que incluye al epitelio superficial (luminal), la capa subyacente del estrato compacto (células estromales y cuellos de las glándulas) y el estrato esponjoso (cuerpos de las glándulas y estroma) [89], sin signos sistémicos [71]. Estas enfermedades comparten factores etiológicos comunes, se predisponen una a otra y en gran parte comparten el mismo tratamiento [40]. El conocimiento actual y la literatura disponible sobre metritis y endometritis en búfalas es muy limitada y la mayoría de los estudios sobre infección uterina fueron realizados en ganado.
2.2 Clasificación de las infecciones uterinas
Varios sistemas han sido descritos en un intento por clasificar y definir la infección uterina. Las infecciones uterinas se clasifican generalmente de acuerdo con los signos clínicos y el grado de severidad, lo cual está de acuerdo con las definiciones utilizadas por los teriogenólogos [90]. Sin embargo, con frecuencia la definición o caracterización de las diversas manifestaciones de la enfermedad uterina o bien carecen de precisión, o las definiciones varían entre los grupos de investigación y / o no se han validado en cuanto a su efecto sobre el rendimiento reproductivo, haciendo difícil la evaluación de los efectos del tratamiento.
A menudo, el término endometritis incluye incorrectamente metritis y endometritis o se determina únicamente basándose sobre la palpación transrectal de un útero agrandado [90]. Durante el 15° Congreso Internacional de Reproducción Animal [91], se sugirió que el campo de la investigación se vería favorecido mediante definiciones claras de enfermedad uterina que los investigadores podrían adoptar. Sheldon [92] proporcionó una definición clínica clara de las enfermedades uterinas.
Adoptando un criterio similar, la metritis puerperal tóxica en búfalas se definió como una enfermedad sistémica aguda debida a una infección del útero por bacterias, usualmente dentro de los primeros 10 días después del parto [39]. Los siguientes signos clínicos caracterizan a la metritis puerperal tóxica en las búfalas: una descarga uterina fétida de color marrón rojizo aguado y por lo general, fiebre, disminución de la producción de leche, apatía, inapetencia o anorexia, ritmo cardíaco elevado y aparente deshidratación también pueden estar presentes [39]. El término metritis se utiliza para los animales que no están sistémicamente enfermos, pero tienen un útero anormalmente agrandado y una secreción uterina purulenta detectable en la vagina [71]. La endometritis clínica se caracteriza por la presencia de descarga purulenta (>50% pus) o muco-purulenta (aproximadamente 50% pus, 50% moco), detectable en la vagina y/o apareciendo en la vulva (Fig. 5), después del día 26 posparto [92]. Una nueva técnica para el diagnóstico de la endometritis se ha utilizado recientemente en ginecología bovina tal como la citología uterina, principalmente para detectar la endometritis subclínica en vacas clínicamente sanas [93].
La proporción de neutrófilos polimorfonucleares (PMN) en el número total de células endometriales es indicativo endometritis subclínica [94]. Diferentes valores de umbral para la proporción de los PMN se han sugerido, variando de 5 a 18% [94,95]. Los informes sobre el uso de la citología endometrial para el diagnóstico de endometritis clínica en los búfalos son limitados, sin embargo, un estudio reciente describe la citología endometrial como el método más fiable de diagnóstico de endometritis en los búfalos [4]. Endometritis subclínica se puede definir como la inflamación endometrial del útero por lo general determinada por la citología en la ausencia de material purulento en la vagina. Una vaca con endometritis subclínica se define por >18% de PMN en muestras de citología uterina. Recientemente Dubuc [95] definió la endometritis posparto por su efecto negativo sobre el posterior comportamiento reproductivo, se tomaron los criterios de citología y diagnóstico clínico en conjunto para determinar la definición óptima de endometritis. Sugirieron igualmente que la terminología de endometritis clínica no era la apropiada y que la descarga vaginal purulenta puede ser más descriptiva. Las vacas pueden clasificarse de acuerdo al estado de salud de su útero como solo descarga vaginal purulenta, solo endometritis citológica o ambas descarga vaginal purulenta y endometritis citológica.
Figure 5. Búfala con endometritis presentando descarga vaginal mucoide. (Foto cortesía del Dr. G.N. Purohit, Department of Veterinary Gynecology and Obstetrics, College of Veterinary and Animal Sciences, Rajasthan University of Veterinary and Animal Sciences, Bikaner Rajasthan, India).
2.3. Patogénesis
Después del parto, el útero de las búfalas se contamina con bacterias [39,40]. Algunas de estas bacterias son dañinas y otras no [39]. Cuando las bacterias dañinas están presentes, el útero puede infectarse [96,97]. Hay que diferenciar entre contaminación uterina e infección uterina. El útero de las búfalas posparto está generalmente contaminado con una gama de bacterias, pero esto no está asociado consistentemente con enfermedad clínica [97].
La infección implica la adhesión de organismos patógenos a la mucosa, la colonización o la penetración del epitelio, y / o la liberación de toxinas bacterianas que conducen a la creación de enfermedad uterina [39].
El desarrollo de la enfermedad uterina depende de la respuesta inmune de las búfalas, así como las especies y el número de bacterias (carga o desafío] [39,40,58]. Cuando el número de bacterias patógenas en el útero de búfalas posparto es suficientemente elevado, estas superan a los mecanismos de defensa uterinas y causan infección potencialmente mortal [39,58]. El útero después del parto tiene una superficie epitelial alterada en contacto con los desechos líquidos y tisulares que pueden favorecer el crecimiento de bacterias [58]. El resultado de la contaminación uterina depende del número y la virulencia de los organismos presentes [39,40,58], así como la condición del útero y sus mecanismo de defensa inherentes [98]. Una endometritis de ligera a severa ocurre en el 90% de las búfalas posparto durante la segunda a cuarta semana posparto [40]. La resolución de la inflamación en la vaca se produce con el tiempo, siendo restablecida primero en la vaca normal a los 40 a 50 días posparto [10].
No se dispone de información sobre la resolución de la endometritis posparto en búfalas después del parto normal.
El intervalo entre el parto y la involución uterina clínica completa en los búfalos varió ampliamente, con un mínimo de 25 días [93] y un máximo de 74 días [99,100]. Ningún estudio sobre la resolución clínica espontánea de endometritis posparto en búfalas está disponible. En ganado, aproximadamente tres cuartas partes de las vacas con endometritis posparto tuvieron resolución clínica espontánea [99]. La cuestión central es porqué las búfalas tienen una infección persistente después del período posparto sin resolución clínica espontánea de la endometritis posparto conduciendo a una prolongación de los días abiertos y prolongación del intervalo entre partos. Esto podría ser debido a la prolongación del intervalo entre el parto y la involución clínica completa del útero en las búfalas lecheras [100] y del periodo de anestro posparto, ya que el anestro suele ser más largo en los búfalos que en el ganado [48,101]. Se necesitan más estudios en búfalas posparto con respecto a la liberación de proteínas de fase aguda después del parto para entender la incapacidad de la resolución clínica espontánea de la endometritis postparto en búfalas. Estas proteínas posiblemente juegan un papel importante durante el proceso inflamatorio del útero, puesto que ayudan a promover la reparación del tejido luego del proceso inflamatorio, el hidroxipropilen y los metabolitos de la prostaglandina (PG) F2α aumentan la quimiotaxis de los neutrófilos y la capacidad de los neutrófilos para ingerir bacterias, y los activador del plasminógeno, los cuales son proteasas séricas específicas, que convierten el plasminógeno en plasmina. Se puede aislar una gran variedad de bacterias tanto Gram positivas como Gram negativas, aeróbicas y anaeróbicas, del útero de las bufalas en el posparto temprano [39-40]. La mayoría de estas son contaminantes medioambientales. Las búfalas con ciertos problemas posparto tienen una capacidad reducida para controlar las infecciones uterinas. El exceso de estiramiento del útero, como con la hidropesía alantoides, trauma de los tejidos genitales durante la distocia o manipulación obstétrica, predisponen a los búfalos a una metritis posparto [64]. Trastornos metabólicos, algunas prácticas tradicionales de los agricultores y ganaderos, como la inserción de la mano o de los implementos en la vagina de la búfala para estimular la bajada de la leche, así como las condiciones antihigiénicas bajo las cuales se mantienen los animales al parto, pueden disminuir el tono uterino. Además, algunos granjeros suturan la vulva de la búfala para prevenir el prolapso uterino poco después del parto [40]. Entonces los loquios son retenidos más allá del período normal, suministrando un medio para la multiplicación bacteriana [55]. En la búfala con distocia, retención de membranas fetales y metritis, la fagocitosis por los leucocitos uterinos está reducida [64]. Si el útero se debilita severamente, cualquier variedad de organismos contaminantes puede causar una metritis puerperal toxica [39,40,64]. En los casos menos severos, ocurre una metritis que puede convertirse en persistente perjudicando la fertilidad [10,39,40,64].
2.4. Causas bacterianas de infecciones uterinas
La causa más común de infección uterina es los microorganismos patógenos que afectan a la productividad y la fertilidad de los búfalos [4,58,59,62,64]. Los organismos patógenos aislados de un útero infectado se encuentran generalmente en los entornos de ganado y son capaces de infectar a otros tejidos y órganos [39].
Por lo tanto, las infecciones uterinas se clasifican como infecciones no específicas [102]. Se les llama infección no específica porque la bacteria colonizadora inicial no es conocida y las bacterias específicas que causan los signos de infección no son identificadas [78]. Numerosas bacterias en una variedad de combinaciones han sido aisladas del útero bubalino infectado. Arcanobacterium pyogenes y E. coli se asocian generalmente con la infección uterina en los búfalos y bovinos [58,59,62,64]. La composición de la flora uterina cambia de alguna manera en cada recontaminación, ninguna combinación específica de organismos se asocia consistentemente con infecciones postparto [103]. No obstante, Arcanobacterium pyogenes, ya sea solo o en combinación con otras bacterias tales como el anaeróbico Fusobacterium necrophorum y Bacteroides spp. [39,40] se asocia a menudo con infecciones uterinas [39,62,64]. El potencial de la reductasa de oxígeno intrauterino disminuye en presencia de infección [104] y las bacterias aeróbicas también disminuyen, creando así un ambiente anaeróbico. Esta caída del potencial de la reductasa de oxígeno intrauterino puede estar asociada ya sea con el metabolismo de microorganismo o con el aumento del consumo de oxígeno por las células inflamatorias polimorfonucleares. De las bacterias anaeróbicas cultivadas a partir de casos de infección uterina, Fusobacterium necrophorum y Bacteroides spp. han sido identificados [62,64]. Cuando se aisló el A. pyogenes de los líquidos uterinos, las búfalas desarrollaron una endometritis severa y generalmente fueron infértiles al primer servicio [75]. Azawi [39] sugirió que otros organismos distintos de A. pyogenes y anaeróbicos Gram negativos como el F. necrophorum, asi como también, E. coli, Streptococcus spp., Staphylococcus spp., y Pseudomonas spp. , son responsables de la metritis puerperal toxica. El crecimiento de bacterias anaeróbicas puede mejorar el establecimiento de A. pyogenes y conducir al desarrollo de infecciones uterinas severas [39,40]. De hecho, el F. necrophorum produce leucotoxinas [105,106] mientras que Bacteroides produce sustancias que impiden la fagocitosis bacteriana y A. pyogenes produce un factor de crecimiento para de F. necrophorum [40]. Las especies de Bacteroides y Fusobacterium son prevalentes en la flora autóctona en todas las superficies de las mucosas. La necrosis tisular y la falta de riego sanguíneo disminuyen el potencial de oxidación-reducción, lo que favorece el crecimiento de los anaeróbicos [107,108]. Además, F. necrophorum es con frecuencia un invasor secundario y es común una infección mixta con A. pyogenes [10]. Además, F. necrophorum produce una variedad de productos extracelulares incluyendo hemolisina, hemaglutinina, adherencias, factor de agregación de plaquetas, proteasas y DNAsa. La importancia de estos productos relativo a la virulencia no está clara [109]. Azawi [39] sugirió que la aparición temprana de E. coli en el útero afecta el fenotipo y la función de las células polimorfonucleares, y esto podría apoyar la co-infección por A. pyogenes posteriormente.
2.5. Mecanismo de defensa uterina
Las barreras anatómicas y funcionales proporcionan una defensa eficaz contra la invasión del tracto reproductivo por organismos medioambientales así como también lo hacen las respuestas inmunitarias no específicas y específicas [39]. Dhaliwal [206] informó que los mecanismos de defensa uterina contra microorganismos contaminantes se mantuvieron de varias maneras: Anatómicamente, por el epitelio columnar simple o pseudoestratificado que cubre el endometrio; químicamente por la secreción de moco de las glándulas endometriales; inmunológicamente a través de la acción de las células inflamatorias polimorfonucleares y anticuerpos humorales, no siendo claro el grado de interacción.
Las interrupciones de estos mecanismos permiten patógenos oportunistas, en su mayoría microorganismos que se encuentran en la parte posterior del tracto gastrointestinal y alrededor de la zona perineal [58], que colonizan el endometrio y causan una endometritis [58,59,96,97]. Cierto grado de contaminación bacteriana del útero generalmente se produce durante o inmediatamente después del parto [1,13]. La contaminación bacteriana del útero puede también ocurrir durante el coito o la inseminación [58,59,96,97]. También en las búfalas puede ocurrir la contaminación bacteriana de la vagina y otros órganos reproductivos externos durante cuando el animal se revuelca [39,40]. El que una infección persistente del útero se establezca o no, depende del nivel de contaminación, de los mecanismos de defensa uterinos del animal y de la presencia de sustratos (tales como el tejido desvitalizado] para el crecimiento de bacterias [64].
En circunstancias normales, existen varios mecanismos que impiden que los patógenos oportunistas colonicen el tracto genital. Las principales barreras anatómicas entre el medioambiente externo contaminado y el medio ambiente relativamente estéril del útero, incluyen a la vulva, el vestíbulo (protegido por un esfínter muscular), y el cérvix. Cabe señalar que, aunque la vulva puede aparecer de poca consecuencia como una barrera, es, de hecho, notablemente eficiente en la prevención de la contaminación fecal de los genitales tubulares [106-108] como en el ganado vacuno, mientras que en búfalos, el tejido vulvar laxo suave más grande puede reducir la eficacia de esta barrera [40]. En el ganado bovino y en búfalos, el cérvix es una barrera formidable compuesta por una serie de anillos de colágeno recubiertos por mucosa [40,106]. Además, el moco cervical vaginal (especialmente el escaso moco tenaz de la fase lútea] puede funcionar como una barrera física para los organismos que de otro modo ascenderían a través del tracto reproductivo [107]. Las capas circulares y longitudinales de la musculatura uterina proporcionan la propulsión física de material presente en el útero incluyendo a los microbios.
Las células epiteliales son las primeras en entrar en contacto con posibles patógenos que entran al útero [108,109].
Las interacciones de las células epiteliales y estromales son de importancia crítica para la función endometrial, las células estromales afectan a las células epiteliales a través de la liberación de factores solubles y la renovación de la matriz extracelular [108]. Por el contrario, las células epiteliales afectan la función de las células estromales a través de la liberación de factores solubles y el contacto de célula a célula. Pierro [110] sugirió que la PGE2 regula la proliferación de células epiteliales y podría estar mediada indirectamente por estroma uterino.
El estradiol y la progesterona tienen efectos opuestos y complementarios en el tracto genital femenino, el estradiol estimula la epitelización (especialmente de la mucosa vaginal y de las glándulas del endometrio), y la vascularización del endometrio [111]. La progesterona ayuda en la diferenciación de las glándulas endometriales y aumenta las secreciones de las glándulas uterinas, reduce la producción de moco cervical, previene la contractilidad uterina [58], y actúa como una influencia contraria al estradiol en la respuesta inmune protectora del tracto reproductivo [107]. Los bovinos son resistentes a las infecciones uterinas cuando las concentraciones de progesterona son basales y son susceptibles cuando las concentraciones de progesterona aumentan [78]. Por ejemplo, la infección uterina espontánea en la vaca por lo general no se desarrolla sino hasta después de la formación del primer cuerpo lúteo posparto, aunque la contaminación bacteriana puede ser suficiente para inducir el comienzo de la metritis puerperal muy poco tiempo después del parto cuando las concentraciones de progesterona son basales [78,108]. En un estudio, las vacas posparto que recibieron una infusión intrauterina de Arcanobacterium pyogenes y E. coli cuando las concentraciones de progesterona eran basales, no desarrollaron infecciones uterinas, mientras que todas las vacas desarrollaron infecciones uterinas cuando se hizo la infusión de las bacterias después d iniciarse la función lutea y las concentraciones de progesterona empezaron a aumentar [11,23,57]. Además, ninguno de los animales que recibieron infusiones intrauterinas de Arcanobacterium pyogenes y E. coli durante la fase estral desarrollaron infección uterina, sin embargo, todas aquellas que recibieron Arcanobacterium pyogenes y E. coli durante la fase lútea del ciclo estral, desarrollaron infecciones uterinas [40,58,108]. Los ejemplos anteriores apoyan claramente la idea de que la progesterona convierte al útero de un órgano que es resistente a uno que es susceptible a la infección. En búfalas cíclicas, el útero está generalmente bajo la influencia de la progesterona durante la mayor parte del ciclo.
Es decir que el útero no gestante está en la fase lutea (bajo la influencia de la progesterona] por unos 14 o 15 días del ciclo de 21 días (o sea, desde alrededor del Día 3 al Día 17 después del estro y la ovulación] [101].
El útero está bajo la influencia más significativa de estradiol, sin progesterona para contrarrestar sus efectos, durante aproximadamente 1 día (inmediatamente antes del estro). Se ha informado que los búfalos Murrah tienen concentraciones totales de estradiol en plasma más altas en comparación con los búfalos de pantano. Los valores de estradiol en estro son 31 ± 1,70 pg / ml [112-114], en comparación con los valores más bajos de 12,9 pg / ml en los búfalos de pantano [57,113]. Las altas concentraciones de estradiol que se producen en estro y el parto causan cambios en el número y la proporción de leucocitos circulantes, con una neutrofilia relativa y un "giro a la izquierda" [10]. Por otra parte, durante el estro, el suministro de sangre hacia el útero aumenta bajo la influencia de estradiol, mientras que en el parto hay un suministro masivo de sangre hacia el útero grávido. Este aumento de suministro de sangre, junto con la migración de las células blancas de la circulación hacia el lumen uterino, permite que se produzca la fagocitosis vigorosa y activa de bacterias [108]. El estradiol también provoca un aumento en la cantidad y naturaleza del moco vaginal, que también juega un papel importante en la defensa del útero contra las bacterias proporcionando una barrera física de protección y mediante el lavado y diluyendo los contaminantes bacterianos [104,107]. Las funciones inmunes del útero son conocidas por ser reguladas al alza cuando aumentan los estrógenos [106]. Es difícil determinar si el aumento de los estrógenos durante la fase folicular induce la regulación o si la regulación se debe a la eliminación de los efectos supresores de la progesterona [106,107]. Wira [109] demostró que los cambios en los estrógenos ováricos y la progesterona regulan la función inmune uterina.
El efecto de los estrógenos y la progesterona puede parecer antagónico al principio, pero las dos hormonas parecen orquestar la función inmune uterina a favor del animal. De hecho, la función inmune uterina es regulada al alza al estro cuando hay muchas oportunidades para la introducción de agentes patógenos, y regulada descendentemente en la fase lútea, cuando el útero es capaz de mantener a un concepto. Esta regulación a la baja durante la fase lútea parece permitir que el útero tolere un aloinjerto fetal [10,39].
El factor más importante en la defensa contra la infección uterina es la eliminación rápida y física de deshechos inflamatorios del útero después de la inseminación o del parto [39,40]. Las búfalas en comparación con las vacas tienen dificultad para eliminar los deshechos de la cavidad uterina porque estas tienen una secreción de estrógenos más baja durante la fase estral que en vacas, disminuyendo el drenaje uterino [115,116).
2.6. Terapia
El tratamiento de las infecciones uterinas incluyendo: metritis puerperal toxica, endometritis y metritis en búfalas, puede estar dirigido a salvar la vida y/o salvar la búfala afectada y mejorar la fertilidad [10,58,87]. Por lo tanto, se sugiere junto con los medicamentos que favorecen la limpieza del útero, los líquidos de reemplazo, antibióticos, estimulantes hepáticos y antihistamínicos. Varios estudios indican que la presencia de bacterias aeróbicas y anaeróbicas en el útero, contribuyen a reducir la fertilidad en las búfalas con infección uterina [39,40]. Por tal razón, la terapia ideal para la infección uterina debe eliminar los patógenos del útero y conducir tan pronto como sea posible reanudar el período de lactancia y el apetito. El éxito del tratamiento de las infecciones uterinas depende de, la evacuación de los líquidos uterinos, susceptibilidad de los agentes infecciosos a los medicamentos empleados, concentración y tiempos de aplicación del medicamento utilizado y exposición de todo el endometrio al medicamento. La evacuación del útero contribuye al éxito de la terapia antibiótica. La evacuación puede hacerse por palpaciones repetidas del útero por el Veterinario y/o emplear las hormonas que expulsan los líquidos [90]. Cuando se expulsan los líquidos, la efectividad de los antibióticos se mejora la limpieza y remisión de la infección de las búfalas con metritis toxica puerperal. El drenaje de los líquidos uterinos en búfalas con metritis toxica puerperal es un proceso común y aparentemente imprudente. La manipulación de la pared del útero infectado y friable, puede exacerbar el problema [30,40].
2.6.1. Antibióticos
Los siguientes criterios son importantes al escoger los antibióticos para el tratamiento de infecciones uterinas
- El antibiótico debe ser activo contra la mayoría de los patógenos uterinos y debe mantener su actividad en el medio ambiente uterino. El aislamiento de bacterias anaeróbicas del útero posparto ha llevado al reconocimiento de este sitio como un ambiente anaeróbico [117]. Por lo tanto, los antibióticos que son ineficaces en condiciones anaeróbicas, tales como los aminoglucósidos, no son recomendados para el tratamiento del útero posparto [105,118]. Los loquios uterinos consisten de fluidos orgánicos y desechos, y contienen una variedad de bacterias Gram positivas y Gram negativas aeróbicas y anaeróbicas [73]. En consecuencia, está indicada la administración de antibióticos de amplio espectro que son activos en presencia de desechos orgánicos [119]. Esto elimina las sulfonamidas, que son ineficaces en la presencia de productos de degradación de tejidos [119-121].
La administración intrauterina de penicilina tampoco sería recomendada debido a la probabilidad de la producción de penicilinasa por algunas de las especies bacterianas presentes [78]. - El antibiótico debe estar presente en una concentración suficiente en el sitio de infección (por ejemplo, el subendotelio). Esto depende de las propiedades tanto del antibiótico como del vehículo [121,122]. Las propiedades farmacoquinéticas de la preparación antibiótica deben permitir su rápida distribución en toda la cavidad uterina y una buena penetración dentro del endometrio [122).
- La preparación no debe inhibir los mecanismos normales de defensa y debe ser bien tolerada y no inducir irritación en el endometrio [123]. La terapia antibiótica no debe esterilizar el útero ni impedir la recontaminación continua que se produce durante las primeras semanas después del parto [124]. La resolución exitosa de una infección uterina requiere de mecanismos eficaces de defensa uterina [125]. Búfalas con un puerperio anormal, incluyendo búfalas con distocia, retención de placenta, o metritis tienen una actividad fagocítica uterina disminuida [10]. Además, se han demostrado que la mayoría de los antisépticos y muchos antibióticos reducen la fagocitosis durante varios días después de la administración intrauterina [119]. Este efecto es más pronunciado después de la infusión intrauterina debido a las altas concentraciones alcanzadas en el lumen uterino. El uso de la solución de yodo de Lugol destruyó la actividad fagocítica de los leucocitos uterinos durante varios días después de la aplicación intrauterina [119]. Las infusiones intrauterinas pueden a veces ser acreditadas como tratamientos de endometritis antimicrobianos exitosos cuando en realidad el efecto benéfico fue la irritación del endometrio [126,127]. En búfalas cíclicas, esto puede inducir a la liberación de prostaglandina, luteólisis y eliminación de los efectos inhibidores de la progesterona sobre el mecanismo de defensa uterina [126]. Esto podría considerarse como justificación para el uso de productos irritantes intrauterinos, pero esto debe ser desalentado [120].
La fertilidad de ratas infundidas con solución de yodo de Lugol estuvo disminuida durante mucho tiempo después de la resolución histológica de una endometritis necrotizante [128]. Además, con las infusiones de medicamentos irritantes hay la posibilidad de irritación oviductal y sus consecuencias [90].
La oxitetraciclina es un antibiótico de amplio espectro y está indicado para el tratamiento y control de las infecciones causadas por o asociadas con bacterias de rápido crecimiento sensibles a la oxitetraciclina [87]. Su eficacia antibacteriana contra muchas infecciones causadas por bacterias Gram-positivas y Gram-negativas está bien documentada [120]. El antibiótico también puede ser utilizado por la ruta intrauterina [64,87,120]. La administración intrauterina representa una terapia útil, especialmente en el tratamiento y la profilaxis de la endometritis posparto en la búfala [64,120,127].
La administración intrauterina directa de oxitetraciclina produce una concentración terapéutica inmediata en las carúnculas y en el endometrio de animales saludables y afectados [137], y debido a su relativa baja absorción dentro de la circulación sanguínea [134], la acción terapéutica está se limitada en gran medida al lumen uterino y al endometrio. Se sabe que las tetraciclinas son activas en condiciones anaeróbicas y son parcialmente inactivadas por el material purulento, desechos células a niveles de pH encontrados en úteros afectados [10]. Girardi [129] observó una marcada variabilidad en la absorción del antibiótico después de la administración intrauterina, en relación con el vehículo empleado, he hizo énfasis en que el paso de la oxitetraciclina a través de la mucosa uterina está fuertemente influenciada por el portador. Sin embargo, la terapia intrauterina es el tratamiento preferido para la endometritis, pero hay indicaciones para su administración por vía sistémica. Las más altas concentraciones a través del tracto genital se consiguen con la administración sistémica que con la terapia intrauterina [120]. Mayores concentraciones de antibióticos en todo el tracto genital se logran con la administración sistémica más que con el tratamiento intrauterino [120].
El tratamiento sistémico es mejor si los antibióticos son sujetos a la degradación por condiciones en el lumen uterino. Una búfala con metritis puerperal tóxica tiene una invasión de microorganismos en las capas más profundas de la pared del útero [39]. Esto implicaría que sería deseable tener concentraciones eficaces de antibiótico en todas las regiones del tracto genital. Bretzlaff [120] no encontró diferencias significativas entre la relación de oxitetraciclina en plasma y en tejido del tracto genital cuando esta se administró sistémicamente en el posparto temprano. Infusiones intrauterinas en búfalas en el postparto temprano, con metritis puerperal tóxica, fueron asociadas con una disminución de la absorción del fármaco. Esto se reflejó en las concentraciones plasmáticas reducidas y, por lo tanto, concentraciones tisulares más bajas de oxitetraciclina en los tejidos sub-endometriales [120]. Estudios recientes recomiendan el uso de antibióticos administrados por vía sistémica en búfalas con metritis puerperal tóxica [42,43].
Este enfoque es especialmente útil durante los primeros 10 días después del parto, ya que durante este tiempo hay gran cantidad de restos tisulares y líquido en el útero, lo que vuelve ineficaces a la mayoría de los antibióticos administrados por vía intrauterina. De gran ayuda para eliminar el contenido uterino sería la administración intrauterina de solución salina normal (lo cual disocia los deshechos] seguido de la administración IM de estimuladores de la motilidad uterina, tales como las prostaglandinas.
2.6.2. Hormonas
El uso efectivo de hormonas en la infección uterina requiere del conocimiento tanto de la endocrinología reproductiva normal y las características terapéuticas de los preparados hormonales disponibles. La administración de prostaglandina F2α en el posparto acorta el intervalo posparto en búfalas [39), y puede influir los días al primer estro [130), al mejorar la evacuación de los loquios. En el Día 32 después del parto, el tratamiento con PGF2α disminuye los intervalos posparto. El uso de PGF2α ha sido claramente demostrado ser el tratamiento de elección en búfalas con endometritis [39]. La disminución en la progesterona y el aumento de las concentraciones de estrógenos asociada con la luteólisis y el crecimiento folicular resultan en la resistencia máxima del útero a la infección bacteriana. La PGF2α tiene los menores efectos nocivos y la leche no tiene que ser descartada [39,40]. El estradiol ha sido recomendado por algunos para estimular las contracciones del miometrio, la fagocitosis y la producción de moco [10]. Otros [58,64,71] concluyeron que la administración de estradiol no tuvo efectos benéficos sobre la metritis y el rendimiento reproductivo y más bien redujo la producción de leche en algunas búfalas lactantes. Sheldon [102] recomendó el uso de benzoato de estradiol por vía intrauterina para el tratamiento de la infección postparto. El efecto secundario más importante de la utilización de estradiol en el tratamiento de la metritis es la propulsión de exudados uterinos inflamatorios dentro del oviducto [90]. Además, el uso de estradiol ha sido prohibido en algunos países debido a ciertos residuos más elevados [131]. Por lo tanto no se recomienda la administración de estradiol en las búfalas en periodo de lactancia. El uso de oxitocina para la terapia de infecciones uterinas en búfalo no se justifica probablemente porque la oxitocina actúa sólo en un útero preparado con estrógeno que disminuye poco después del parto en esta especie [132,133].
En algunos estudios, la administración posparto única o repetida de oxitocina mejoró la involución uterina y redujo el intervalo entre parto y servicio [134,135], mientras que otro estudio no observó tales beneficios [136].
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